El centro del huracán Irene está aún a un día de la costa este de Estados Unidos, pero el viernes en la madrugada olas de mayor ímpetu comenzaron a azotar las islas de los Outer Banks en Carolina del Norte. El meteoro amenaza una región que raramente sufre la furia de los huracanes. Olas de 1,83 metros (seis pies) a 2,74 metros (nueve pies) comenzaron a llegar a las playas de Carolina del Norte y los vientos comenzarán a arreciar a medida que avanza el día, según Hal Austin, experto del Servicio Nacional Meteorológico.
Mientras tanto, la superficie cubierta por el huracán fue ampliada y abarca ahora una gran parte de la costa oriental de Estados Unidos, desde Carolina del Norte a Sandy Hook, en Nueva Jersey, al sur de Nueva York. Un aviso de huracán fue ampliado más al norte e incluye Long Island, Martha's Vineyard y Nantucket, en Massachusetts.
Unos 65 millones de personas que viven a lo largo de las zonas más pobladas de la costa oriental estadounidense aguardaban el viernes los partes sobre la peligrosidad del huracán, que podría causar miles de millones de dólares en daños de Washington y Baltimore a Filadelfia, Nueva York, Boston e incluso poblaciones más al norte.
Irene se debilitó levemente el viernes y pasó a Categoría 2 con vientos máximos sostenidos de casi 175 kilómetros por hora (110 millas por hora). Empero, es posible que vuelva a cobrar fuerza y quede en el umbral entre la categoría 2 y categoría 3 en la costa de Carolina del Norte, dijo el Centro Nacional de Huracanes, en Miami.
La gobernadora de Carolina del Norte Beverly Perdue dijo el viernes a la cadena de televisión CBS que el estado tiene a la Patrulla de Caminos, la Cruz Roja y la Guardia Nacional emplazadas para lidiar con las consecuencias de la tormenta. Sin embargo, advirtió a los moradores de la costa que no intenten aguantar el paso del huracán en sus casas.
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