Los defensores de estos mamíferos, protestando contra los cazadores japoneses, muchas veces han emprendido actos decisivos. Los buques de la Sociedad de Protección de la Fauna Marina cañonean los barcos de caza nipones con dispositivos lanzaaguas.
Los adversarios de los cazadores envuelven las hélices de barcos con cuerdas, arrojan contra ellos cartuchos fumígenos. Según el titular de Agricultura, Silvicultura y Pesquería de Japón Mitihiko Kano , tales actos ponen en peligro la vida de los marineros nipones y obligan a suspender la caza de ballenas.
La Comisión Ballenera Internacional ya en 1986 dictó moratoria a la caza comercial de estos animales. A los pueblos para los que la carne de ballena es un alimento importante, les fue concedida la correspondiente cuota; también se permitió la caza para fines científicos.
Japón, aprovechando este permiso, cazaba a permanencia ballenas llamadas rorcuales pequeños en la Antártida. Este hecho es durante muchos años un objeto de polémicas, dice el experto en mamíferos marinos Grigori Tsidulko.
Unos afirman que esta caza no es necesaria y poco interesante desde el ángulo de observación científico. Otros afirman que es un colecta normal de datos. Yo me atengo, antes bien, a la opinión de que en el siglo XXI hay otros métodos, no letales, de estudios de animales y de sus populaciones. Desde el punto de vista científico la caza de varias centenas e incluso miles de animales no es necesaria.
En 1972 La Asamblea General de la ONU reconoció a las ballenas como representantes únicos de la fauna. Estos animales gigantes poseen complejos sistemas de navegación. Son capaces de comunicarse, transmitir unos a otros mensajes a largas distancias. Y nosotros debemos conservarlos para las generaciones por venir, dice Vsevolod Belkovich, jefe del laboratorio biológico del Instituto de Oceanología.
Su organización es similar a la nuestra, los mamíferos terrestres, pero ellas están adaptadas a vivir en el Océano Mundial. Ellos nacen, viven y mueren en el agua y han adquirido capacidades únicas que el ser humano quisiera copiar para nadar con la misma facilidad y trabajar en el Océano Mundial.
Los ecologistas del mundo estiman que la decisión del gobierno japonés de de suspender la caza de ballenas en la Antártida es una victoria pero no definitiva. No está excluido que se trate de una tregua en la guerra ballenera.
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