Dentro del doloroso cambio que supone pasar de las alegrías del estímulo económico a poner coto a un déficit inviable, el presidente Obama anunció ayer sus presupuestos para el 2012 por un valor de 3,73 billones de dólares. El borrador remitido al Congreso ha sido inmediatamente cuestionado por su limitado impacto para cortar la sangría de números rojos en las arcas públicas de EE.UU. Además de todas las dudas que inspira el querer al mismo tiempo aplicar recortes significativos y lograr sustanciales inversiones que garanticen la competitividad económica americana.
Para ilustrar ese difícil equilibrio, el presidente eligió un colegio público de la ciudad de Baltimore como escenario para defender su intención de cercenar más de doscientos programas gubernamentales y aplicar subidas de impuestos para las rentas más altas. Según Obama, su proyecto presupuestario es un ejercicio de «responsabilidad» ante la abismal diferencia entre ingresos y gastos con que opera el gobierno de EE.UU. A su juicio, se trata de aplicar recortes «necesarios» pero sin olvidar inversiones «para ganar el futuro» en sectores decisivos como infraestructuras, ciencia, energía y educación.
En total, el ajuste contemplado por la Casa Blanca —que incluye restar 78.000 millones de dólares al Pentágono durante los próximos cinco años— supone una reducción del déficit por valor de un billón de dólares en el plazo de una década. Cifra enorme pero claramente insuficiente para sanear las finanzas públicas de EE.UU. Sobre todo porque las tijeras ofrecidas por la Administración Obama no llegan hasta los llamados gastos sociales obligatorios (tanto pensiones como las prestaciones sanitarias para jubilados y ciudadanos más pobres) que en cuestión de diez años supondrán un 60 por ciento de todo el gastos público en la mayor economía del mundo.
Ayer mismo, la Casa Blanca admitió que sus números rojos llegarán durante este año hasta los 1,65 billones de dólares, en parte por la extensión de los recortes de impuestos de la era Bush acordada en diciembre por Obama y la nueva mayoría republicana en el Congreso. Esa previsión de déficit para el 2011 es la mayor cifra registrada en toda la historia presupuestaria americana. Además de representar un 10,9 por ciento de todo el PIB de Estados Unidos, la mayor proporción desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
«Está gastando el futuro»
Los republicanos rechazaron de inmediato los planteamientos de la Casa Blanca. Según indicó el «Speaker» de la Cámara Baja, John Boehner, «el presupuesto remitido por el presidente no está ganando el futuro, está gastando el futuro».
Los conservadores también reprocharon a la Administración Obama el haber ignorado las recomendaciones de su propia comisión de reducción del déficit, que incluyó a la parte del león presupuestaria que suponen los gastos sociales obligatorios dentro del ajuste necesario
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