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Wednesday, February 27, 2013

LA YOANI NO ES MATERIAL DE GRANDES LIGAS




Por Alfredo M. Cepero



En un relativo corto espacio de tiempo Yoani Sánchez se ha convertido en el personaje más conocido a nivel internacional de la lucha contra el régimen tiránico que atormenta a mi patria. Atrás han quedado docenas de opositores y disidentes que, hasta hace solo cinco años, eran la cara visible de la lucha y las voces más fuertes de las denuncias contra los abusos de los tiranos. 

Cosas del almanaque y de los progresos que ha traído la tecnología cibernética en la forma de comunicarnos. Con el estilete de su ironía y una habilidad extraordinaria para la síntesis que demandan los medios sociales como el twitter, Yoani ridiculiza a diario a la tiranía cubana. Sus artículos y viñetas la han hecho la dama mimada de una prensa que siempre se ha negado a denunciar a los tiranos de izquierda y ahora acepta a regañadientes las denuncias contra la satrapía castrista.

El estilo moderado y sutil de Yoani la ha convertido en el instrumento más idóneo de esa prensa que, finalmente temerosa de ser acusada de complicidad con una barbarie castrista que ya no pueden ocultar con sus mentiras, se proclama ahora defensora de los derechos humanos pero insiste en llamar gobernante a Raúl Castro y sigue renuente a calificarlo de tirano

 Aunque las comparaciones siempre conllevan un alto riesgo, asumo el riesgo de decir que, así como Ronald Reagan popularizó el conservadorismo en los Estados Unidos, Yoani Sánchez ha popularizado el anticastrismo entre los medios periodísticos y sociales de la izquierda mundial. Por ello, me complace reconocer que, tomada en su conjunto, su labor ha sido beneficiosa para la causa de nuestra lucha por la libertad.

Pero eso no quiere decir que esté dispuesto a darle un cheque en blanco o que voy a pasar por altos sus errores. Después de la orgía demencial del primero de enero de 1959, los cubanos dispuestos a aceptar como verdades reveladas las afirmaciones de sus figuras públicas son unos ilusos o unos ignorantes y yo, aunque acepto tener unos cuantos defectos, no adolezco de ninguno de esos dos.

Por su parte, cuando Yoani Sánchez salió de la jaula por la puerta que le abrieron los tiranos y decidió hablar sobre los temas más candentes de la actual política de mi patria, se convirtió en una figura pública. Ya no es la cronista de acontecimientos cotidianos y crítica independiente de la dictadura que proclamaba ser hasta hace muy poco tiempo. Ahora ha mostrado una inclinación por los asuntos políticos y, como tal, debemos de juzgarla. Su derecho es expresar su opinión. Mi obligación es discrepar de ella para evitar que quienes no siguen a diario los asuntos de Cuba confundan la gimnasia con la magnesia.

De hecho, he quedado sorprendido en los últimos días por la facilidad con que algunos amigos personales han estado dispuestos a echar de lado sus convicciones radicales frente al castrismo y aceptado casi de buen grado las declaraciones ambivalentes hechas por Yoani en Brasil. La única explicación que se me ocurre a este tipo de reacción es que Yoani se ha convertido en un fenómeno mediático, en gran parte promovido por ella misma, que ha tomado proporciones de liderazgo político. Es el triste y peligroso síntoma de un pueblo cansado de una lucha tan larga y desesperado por salir del castrismo. 

La hemos exaltado a la estatura mística de una Juana de Arco de nuestra libertad sin la coraza de la doncella de Orleans para defenderse de las flechas envenenadas de una prensa complaciente con tiranías de izquierda como la cubana.


Y, hablando de la prensa, como consecuencia de la notoriedad alcanzada en los medios internacionales, su llegada a Brasil estuvo precedida por el tipo de publicidad masiva que reciben únicamente los cantantes de rock o los ídolos deportivos. La esperaba una prensa sedienta de noticias sobre un régimen que ha hecho del secreto un arma poderosa de su supervivencia. 

Se encontraba en un país donde una banda esquizofrénica de antiguos guerrilleros, cultiva, por una parte, un discurso de izquierda y, por la otra, gobierna con una economía de derecha. Y la esperaban, desde luego, las hordas de fanáticos y terroristas pagadas por la embajada injerencista de Cuba Comunista. Esto era demasiado para una neófita en la tarea de sortear con éxito los peligros del campo minado de la política. A pesar de su inteligencia y de su capacidad dialéctica, Yoani se sintió anonadada por la presión sicológica y empezó a hablar tonterías. Cuando los periodistas la asediaron a preguntas empezó por decir que los cambios implementados por Raúl Castro iban en la dirección correcta pero de manera muy lenta. 

Ante esta afirmación cabe la pregunta de ¿por cuánto tiempo vamos a aceptar los cubanos las patrañas de falsos cambios prometidos por los tiranos? ¿Hasta cuándo van a abusar los miserables que nos oprimen de la paciencia de aquel pueblo noble, desesperado y hambriento? La respuesta es obvia: a Raúl se le acabó el tiempo y al pueblo se le agotó la paciencia. Tienen que irse él y la caterva de esbirros que hacen posible su permanencia en el poder. Y que le den gracias a Lucifer si tienen la suerte de salvar el pellejo.

Más adelante en el interrogatorio dijo que el embargo era una medida injerencista y añadió que: "Como método de presión es un fracaso" porque …"es la razón fundamental que muestra el gobierno cubano para explicar su fracaso económico, la represión política y social”. Yoani, tú conoces el monstruo porque vives dentro. Sabes que durante la relativa prosperidad financiada por la asistencia soviética los mandamases vivían en la opulencia y el pueblo seguía en la miseria. Por lo tanto, deberías saber que la tiranía no quiere que le levanten el embargo para beneficiar al pueblo sino para comprar a crédito, no pagarlo y mantenerse en el gobierno.

Manifestó, por otra parte, estar a favor del cierre de la Base Naval de Guantánamo. Este es el único tema en que coincido absolutamente con ella. Pero le recuerdo que, en política, tanto las palabras como el momento en que se dicen son de suma importancia. Un gobierno de una Cuba en democracia no debe pedir sino exigir la devolución de ese territorio para poner fin a la violación de nuestra soberanía nacional. Pero una devolución de la base en estos momentos sería una victoria para unos tiranos a quienes se les acaba el tiempo y se agarran hasta de un clavo hirviendo. Los oprimidos, y ella se ubica entre ellos, no podemos jamás hacer causa común con nuestros opresores.

Ahora bien, donde Yoani mostró una supina ignorancia de nuestra realidad política, mezclada con una total falta de sensibilidad hacia los familiares de los mártires, fue cuando el 20 de febrero se refirió a los espías presos en los Estados Unidos y dijo estar "preocupada por las arcas de mi país y preferiría que los liberaran y a ver si así ahorramos más porque hay más temas sobre el tapete”.

Al día siguiente, el 21 de febrero, Yoani se retractó y dijo: “En ningún momento pedí en Brasil la liberación de esos ‘cinco miembros del Ministerio del Interior’. Utilicé la ironía… Si la ironía no funcionó bien, si el nerviosismo o las palabras usadas no dejaron claro el mensaje, ruego me disculpen. Mi posición sigue siendo que no son inocentes". Y yo le digo, Yoani, hay que tener mucho cuidado con hacer juegos de palabras y alardes de ironía al referirnos a cinco asesinos convictos que fueron cómplices en las muertes de cuatro patriotas cubanos.

Lo triste de esta situación es que, en mi opinión, Yoani sabe que la única solución verdadera es la de un cambio drástico sin la presencia de los tiranos pero no se atrevió a decirlo. Y, dado el caso de que ella tuvo la oportunidad que no hemos tenido otros de ser voceros de nuestra libertad ante un foro mundial, tenía la obligación inexcusable de decirlo. De lo contrario, debió haber controlado su compulsiva tendencia a opinar sobre todo lo humano y lo divino, y mantener silencio. Lo que demuestra que, por el momento, Yoani no es material de grandes ligas en nuestras lides política.


Ahora bien, los deslices de Yoani en estas declaraciones en Brasil no constituyen un daño irreparable a su imagen de genuina opositora de la tiranía castrista. El episodio se perderá en los millones de páginas y palabras que han descrito y matizado nuestra lucha por la libertad. Pero es importante que todos saquemos una enseñanza y nos aprendamos la lección. 

Yoani tiene que aplicarse en el estudio de la asignatura sobre los riesgos inherentes a la actividad política y, sobre todo, pensar antes de hablar. Los cubanos tenemos que reflexionar y analizar antes de encumbrar a nuestros potenciales líderes sin someter a prueba sus atributos, sus capacidades y sus credenciales para el liderazgo. Lo que está en juego es nada menos que la construcción sobre sólidos cimientos de una nación donde podamos convivir en armonía los cubanos de todas las ideologías. 

Un amigo periodista, Juan C. León,  me envio este articulo y senti la necesidad de publicarlo.


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